domingo, 13 de noviembre de 2011

Argentina ¿es acreedora?

En la Casa Rosada aseguraron que la Argentina dejó de ser deudora y que ahora el mundo le debe al país. El error es consecuencia, entre otros conceptos, de tomar como públicos activos privados.

Por
Ismael Bermúdez

El lunes pasado, durante la presentación del Programa de Identificación Biométrica en la Casa Rosada, la presidenta Cristina Kirchner sorprendió al afirmar que “la Argentina pasó de ser un deudor a un acreedor neto del resto del mundo a partir del año 2004 y la verdad que, bueno, nos llena de orgullo”.

La Presidenta aclaró que la información provenía del FMI que, en verdad, se limita a recopilar lo que se conoce como “Posición de Inversión Internacional” que elaboran las oficinas de estadísticas de todo el mundo. En el país, el INDEC.

Esa estadística no sólo mide cuántos son los activos en moneda extranjera que tienen en el país y en el exterior los Estados sino también los bancos, las empresas y las personas residentes. Se trata de datos de valor, a condición de saber en qué consiste, no mezclar sus componentes, y en no sacar conclusiones apresuradas o erróneas.

Por consiguiente, un Estado puede tener muchas reservas internacionales pero inferiores con relación a su deuda –y ser francamente deudor--, mientras sus ciudadanos guardan miles de millones de dólares en el exterior. Es el caso de la Argentina y de muchos otros países por las abultadas divisas “fugadas” al exterior. Lógicamente, si se consideran esas divisas como parte del “activo nacional”, la Argentina deja de ser deudora y califica como acreedora.

Pero eso es una jugarreta estadística que nos llevaría al contrasentido de deducir que cuantas más divisas se fugan al exterior o pasan a estar fuera del sistema, mayor sería la posición acreedora de Argentina.

Efectivamente, a diciembre de 2010, los activos externos “argentinos” sumaban US$238.443 millones y los pasivos externos US$189.130 millones. Si se restan, el cálculo arroja “un saldo acreedor neto estimado en US$49.314 millones”, de acuerdo al INDEC.

Entre los activos están las reservas internacionales del Banco Central por US$52.190, inversiones directas de empresas y argentinos (que incluyen activos inmobiliarios en el exterior del sector privado) por US$29.841 millones y otros activos externos por US$156.413 millones. ¿Qué son esos “otros activos externos”? Ni más ni menos, en un 90%, son las divisas que tienen los argentinos fuera del sistema en el exterior en bonos, acciones, dólares, euros, francos suizos u otras monedas extranjeras.

Si se restan esos “otros activos externos”, que desde 2005 no paran de crecer (más de US$40.000 millones hasta fin de 2010) por la fuga de capitales, los activos argentinos se desploman y aparece con claridad que la Argentina es francamente deudora. Y hay que restarlos porque la mayor parte de esos activos ni siquiera están declarados en la Argentina y difícilmente vuelvan. Son activos de argentinos, pero no están en el país, quizás nunca lo estén y no pueden aplicarse a cancelar deuda pública.

A su vez, las inversiones de las empresas argentinas en el exterior, que en su mayoría están declaradas, tampoco pueden aplicarse a cancelar deudas del Estado. Y las reservas internacionales del Banco Central son un activo oficial que, sin embargo, no respaldan ni las deudas del Gobierno ni de los sectores privados, sino las del propio BCRA y los pesos en circulación.

Incluso esas reservas internacionales, al tipo de cambio actual, no alcanzan para respaldar los propios pasivos del BCRA porque, entre otras razones, el Gobierno estuvo cancelando deuda pública al tomar prestadas reservas, documentadas en Letras del Tesoro que vencen entre 2016 y 2021, y que suman más de US$25.000 millones.

Haciendo bien las cuentas, la Argentina no es acreedora, sino tiene una deuda externa (pública y privada) de más de US$90.000 millones, más la deuda pública interna.

El informe del INDEC precisa que entre los pasivos, la deuda externa suma US$90.400 millones: “el 61% corresponde al sector público no financiero y BCRA; el 36%, al sector privado no financiero (sus principales componentes son deuda con proveedores, bancos y bonos) y el 3%, al sector financiero, sin BCRA”.

Por su parte, la deuda pública (tanto interna como externa) a fines de 2010 sumaba US$164.330 millones. Y según el último dato oficial, al 31 de marzo de 2011 totalizaba US$173.147 millones.

Esa deuda impacta en el balance fiscal por el peso de los intereses (en 2010 fueron $22.447 millones) y en el balance cambiario (en 2010 salieron US$ 4.470 millones).

Las estadísticas sirven para muchas cosas si es que se utilizan bien. Pero, también, son el peor de los boomerangs cuando se descubre su verdadera explicación.

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