domingo, 11 de septiembre de 2011

El nuevo peligro brasileño

Por
Ismael Bermúdez

En una semana el dólar subió en Brasil de 1,59 a 1,68 reales –un incremento superior al 5%– y sus efectos se hicieron sentir, y muy fuerte, en la city porteña. El Banco Central tuvo que vender más de US$700 millones para contener el valor del peso, aumentó un escalón la tasa de interés para disuadir la compra de divisas, y aun así no pudo impedir que el dólar subiera varios centavos.

Esta secuencia se debe a la fuerte dependencia de la Argentina del nivel de actividad y de la política cambiaria brasileñas. El vecino país es uno de los principales destinos de las exportaciones argentinas (20% del total) y de la actividad automotriz y responsable de buena parte del turismo receptivo. “Uno de cada 5 dólares que el país exporta tiene a Brasil como destino y el 40% de nuestras exportaciones se dirigen a dicho país”, dice la consultora Ecolatina. Hasta ahora, el crecimiento de Brasil y la apreciación del real fueron dos factores que impulsaron la economía local.

Desde hace unas semanas las cosas empezaron a cambiar. Y el que reconoció ese cambio fue el propio Banco Central do Brasil cuando, luego de que el Gobierno implementara un recorte fiscal y anunciara que restringirá las importaciones, resolvió en los primeros días de septiembre reducir la tasa de interés de referencia –del 12,5 al 12% anual– para inducir una depreciación del real.

En un informe especial, el Comité de Política Monetaria (Copom) del BC brasileño explicó que tomó esa medida porque, luego de evaluar el contexto internacional, “considera que hubo un sustancial deterioro, que se refleja, por ejemplo, en reducciones generalizadas y de gran magnitud en las proyecciones de crecimiento para los principales bloques económicos”. Agregó que “la transmisión de los acontecimientos externos a la economía brasileña se puede materializar por intermedio de diversos canales, entre otros, reducción de la corriente de comercio, moderación del flujo de inversiones, condiciones de crédito más restrictivas y empeoramiento en la confianza de consumidores y empresarios”. Y todo esto “contribuirá a intensificar y acelerar el proceso en curso de moderación de la actividad doméstica, que ya se manifiesta, por ejemplo, en el retroceso en las proyecciones de crecimiento de la economía brasileña”.

Estas consecuencias se deben a que Brasil tiene un fuerte déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos ya que los servicios y los intereses de la deuda son muy superiores al superávit del comercio exterior. Y ese rojo –que en los 7 primeros meses de 2011 sumó casi US$29.000 millones– se financió, y con exceso, con inversiones directas y el ingreso de préstamos y créditos, aprovechando la alta tasa real de interés. Eso fue llevando a una fuerte apreciación del real y a un fuerte incremento de las reservas internacionales.

Una “moderación del flujo de inversiones”, un menor ingreso de los préstamos financieros o una reducción de las exportaciones, como dice del informe del BC do Brasil, y ni hablar, si hubiese una caída de los precios de los commodities, causarían un descenso de la actividad productiva y obligarían a Brasil a adoptar medidas más graves: desde una fuerte devaluación del real hasta limitar la salida de capitales.

Ya hay evidencias de que el crecimiento se está desacelerando, la actividad industrial está estancada y hubo una pérdida de empleos industriales por las menores exportaciones industriales. “La actividad económica en Brasil está perdiendo dinamismo rápidamente”, admite Ecolatina y agrega que “Brasil está creciendo menos, y preocupa la posibilidad de un estancamiento”.

Según el Estudio Bein, Brasil pasó de crecer el 7,5% en 2010 al 3,1% en el segundo trimestre de 2011. Ecolatina agrega que “si el crecimiento del PBI brasileño se desacelera un punto, las exportaciones industriales argentinas a ese país podrían reducirse en casi US$ 700 millones”. Y según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), “a la hora de evaluar posibles impactos de la situación de Brasil sobre Argentina, es más relevante lo que suceda con el nivel de actividad del país vecino que con el valor de su moneda. Aunque para nada esto último es algo indiferente”. De todas maneras, en Brasil se combinan los dos fenómenos porque la actividad se está desacelerando y el Gobierno tomó la determinación de frenar la apreciación del real e inducir una depreciación.

Así, a través de los canales comerciales, aparecen en la Argentina los primeros efectos de la crisis internacional, que se manifiestan en la presión cambiaria y pérdida de reservas. Y que se potencian por los desequilibrios de la economía argentina, como la alta inflación, el déficit fiscal cubierto con emisión monetaria, el achique del superávit comercial que no alcanza para financiar los pagos de intereses y servicios y la salida de capitales.

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